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Pilar Roldán pudo encender el pebetero de los Juegos Olímpicos México 68

| Redacción Marca Claro

La esgrimista priorizó objetivos olímpicos | Conade-COM

Por: Gabriela Mendoza

Hace 54 años, la esgrimista Pilar Roldán pudo encender el pebetero del estadio de Ciudad Universitaria para inaugurar los Juegos Olímpicos de México 1968 porque clasificó a su tercera justa veraniega, además de los resultados que la respaldaban, pero rechazó la oportunidad porque aseguró que ella no era corredora para cumplir con tal cometido y estaba enfocada en su competencia.

“Yo iba a competir dos días después, eso de echar una carrera, subir las escaleras, qué tal que me caigo, qué me pasa algo y ya no compito, mejor pongan a alguien que sea corredora, que a eso se dedique. Yo estaba entrenada para esgrima, no para correr. Pensaron en mí las autoridades, pero lo rechacé”, aseveró la esgrimista para Claro Sports.

Tras rechazar la oferta que le hizo el COM, la velocista Enriqueta Basilio fue la encargada de encender el pebetero el 12 de octubre de 1968, hecho que la dejó como pionera en esta distinción, mientras que Pilar se convirtió en la primera fémina mexicana que sube a un podio olímpico, incluso la única que hasta el momento ha logrado una presea en esgrima y también en ser la precursora en portar la bandera en una ceremonia inaugural en la cita de Roma 1960.

Estaba llorando de nervios antes de competir porque en mi grupo de seis que había en las olimpiadas estaban tres excampeonas mundiales, era muy fuertes, tres de mi grupo serían eliminadas, me entró mucho nervio y quería que me fuera bien”, dijo.

La capitalina se dedicó a la esgrima tras leer a los 10 años: ‘Los tres mosqueteros’, del escritor Alejandro Dumas, y lo combinaba con el tenis, deporte que practicaba por herencia familiar, pero que le ayudada en sus entrenamientos, para tener fuerza en los brazos, además de coordinación en los desplazamientos.

Pilar tenía una cita pendiente con la historia porque compitió en Melbourne 1956 en donde se quedó en el décimo lugar, mientras que en Roma 1960 fue séptima, pero no la inscribieron para Tokio 1964 ni a ningún otro esgrimista por una decisión irreversible de José de Jesús Clark Flores, presidente en ese entonces del Comité Olímpico Mexicano (COM) que aseguraba no tenían calidad para ir a esa justa.

“Fue normal porque era mi tercera olimpiada, en Roma dije voy a las Finales y llegué a finales, fui séptima, en México llegué ya mayor, nunca dije voy a ganar una medalla, eso va saliendo, uno poco a poco va siendo más experimentada”, explicó.

Roldán Tapia hizo historia en los Juegos Panamericanos de México 1955 porque con 15 años participó en dicho certamen junto a sus padres, suceso que no se ha repetido, también fue la primera mujer de todo el continente americano que gana una presea olímpica en esgrima, además de ser reconocida por su ‘Fair play’ porque en su combate por la medalla esperó a que la sueca Kerstin Palme llegara a la competencia para enfrentarse de manera justa y limpia aunque por esta situación pudo tener el oro sin problema.

“Yo competía, no sabía cómo iba en mi último combate, hasta que no le gané a Palme fue que supe que tenía la plata, pero realmente no sabía, incluso traía un recorte en mi bolsa de una nota donde decía que yo estaba en plena decadencia porque había perdido el preolímpico y el día que gané la plata, les dije es para quien dice que estoy en decadencia”.

La capitalina tuvo sus combates en la sala de armas Fernando Montes de Oca en la Magdalena Mixhuca, en donde el 20 de octubre de 1968 pese a que David Romero, presidente de la Federación Mexicana de Esgrima de en ese entonces no confiaba en que Pilar podía subir al podio, al final se quedó con la plata olímpica, tras 14 años de trayectoria y como madre de dos hijos.

Son logros que dan la vida, la verdad no es lo máximo de mi vida porque hay otras cosas más importantes como la familia, los hijos. Además, por eso me retiré porque quería tener otro hijo, pero (la medalla) sí es parte de mi vida y yo después le di el apoyo a mis hijos”, relató.

Hoy a sus 82 años, la subcampeona olímpica vive en Puerto Aventuras, Quintana Roo, en donde ahora se dedica a nadar en aguas abiertas, al golf y al biomagnetismo mientras asegura que esa medalla fue el respaldo del apoyo de su padre, Ángel ‘el güero’ Roldán, porque le pagó las competencias e incluso hasta le puso su pista de esgrima en su domicilio para que pudiera entrenar.

“Mi papá me apoyó mucho porque en aquel entonces nadie le daba a uno ni un quinto, nada, pero para nada. La primera vez que me pagaron un boleto fue porque me invitaron los organizadores de un torneo de Turín, un año antes de la Olimpiada, la medalla le costó a mi familia realmente porque me apoyaban en lo que hacía“, acotó.

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